Talk:Alejandrina Cox incident/References

Latest comment: 18 years ago by CieloEstrellado in topic References

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  • Allende, who had hitherto been fairly scrupulous in allowing freedom of the press, angered many Chileans last week when he ordered the opposition Santiago daily El Mercurio closed for six days. Reason: the paper had printed a right-wing ad that the government considered seditious. Allende then overreacted to a bizarre little incident in which Army Chief Carlos Prats fired two shots at a woman motorist who had stuck out her tongue at him. Forcing the woman's car to a halt, the general pressed his revolver against her head and demanded an apology. When angry pedestrians let the air out of the tires of his car, Prats beat a hasty retreat in a taxi. Allende used the "provocation" to wrap a "zone of emergency" around Santiago province. Some civil liberties were suspended, and the police were placed under direct military control. But by that time, a few right-wing army officers had made final their plans for the coup.
  • Gracias a una indiscreción del abogado Sergio Miranda Carrington -siempre ligado a grupos nacionalistas-, el gobierno se enteró de que algunos oficiales planeaban un alzamiento militar el 27 de junio. El gobierno tuvo tiempo para suspender las clases y el Ejército arrestó a varios oficiales del Blindados Nº 2. La tensión de la situación se reflejó esa tarde, cuando el general Prats disparó al auto de una mujer que le hizo gestos de burla.
  • June 27, 1973 Alejandrina Cox incident; Prats weakened
  • [Margaret] Power has a knack for explaining the broader political significance of particular events. My favorite example is her telling of the bizarre but famous altercation between Santiago resident Alejandrina Cox and Allende's commander-in-chief, Carlos Prats. On June 27, 1973, Prats had stopped at a traffic light on Santiago's main avenue when Cox stuck her tongue out at him. Mistaking her for a man, Prats shot at Cox's car and punctured the tire. The right-wing parties used the incident as a pretext for demanding that Prats resign, thus removing the last significant impediment to the then-hatching coup. Power's interview with Cox-the only one Cox has ever granted-succinctly conveys the complex emotions that surround this decisive moment in Chile's history.
  • Una tarde de junio de 1973, una mujer, Alejandrina Cox Palma, le sacó la lengua en un incidente automovilístico, Prats interceptó el vehículo de la señora Cox y, según algunos testigos, la amenazó con una pistola a tiempo que decía: “Estoy aburrido de que me insulten en todas partes”.
  • Pocos días después, un grupo de mujeres de oficiales del Ejército hicieron una manifestación frente a la casa de Prats y lo acusaron de pro marxista.
  • El Comandante en jefe presentó en Agosto de ese año su renuncia al cargo y a la cartera de Defensa que ocupaba desde hacía pocos días. Dijo que lo hacía para no dividir al Ejército.
  • Entregó entonces la Comandancia en jefe del Ejército al general Pinochet, quien encabezó dos semanas más tarde el pronunciamiento que condujo a la caída de Allende. Prats se fue del país por carretera a la Argentina. Un mes después lo siguió su esposa en lo que iba a ser un viaje sin retorno.
  • En menos de un mes, desde aquella reunión con el cuerpo de generales, el comandante en Jefe recibirá tres impactos sucesivos y decisivos. Estos terminarán con su cargo, carrera militar y esfuerzos políticos... y abrirán el camino del golpe y —para Prats mismo— del exilio y de la muerte afrentosa, junto con su mujer, despedazados por una bomba de la DINA (Buenos Aires, 30 de septiembre de 1974).
  • He aquí, condensadamente, los tres impactos:
  • A) La renoleta roja. Es el 27 de junio, hacia las 15 horas. Prats se dirige a su oficina del centro (Edificio de la Defensa, calle Zenteno) por la Costanera, luego de almorzar en su casa, la residencia de los comandantes en Jefe, Avenida Presidente Errázuriz. Lo conduce el automóvil de la Comandancia, un Ford; va sentado junto al suboficial chofer.
  • La mañana ha sido tensa y agobiadora, por el constante bombardeo de informaciones reservadas sobre la conjura interna que vive el Blindado No 2 —con cuartel a pocas cuadras de La Moneda, calle Santa Rosa—, que dirige el coronel Roberto Souper.
  • El estado síquico y nervioso de Prats se halla, veremos, muy explicablemente, deteriorado al extremo.
  • El tráfico es denso, y tal el enconamiento de los ánimos entre los chilenos, que desde algunos automóviles que sobrepasan al del General, le gritan injurias o le hacen gestos de odio y oprobio... El, naturalmente, se indigna. Pero además no puede menos que recordar el embotellamiento de vehículos provocado para facilitar el crimen de que fuera víctima, en el mismo trayecto, su predecesor René Schneider...
  • Ahora una “renoleta” —el auto Renault más popular— color rojo se ha ubicado paralelo al vehículo militar, sin adelantarlo ni quedarse atrás. Van dos personas en ella, dos hombres —cree el comandante en Jefe—: el conductor y un acompañante a su lado. Ambos prodigan a Prats insultos, risas burlonas, morisquetas, y hasta ademanes obscenos (según el general, ellos lo negarán).
  • Finalmente estalla el uniformado. Pide a su chofer el revólver de servicio, abre la ventanilla y conmina detención al “conductor” de la renoleta. Como éste no obedece, Prats dispara un balazo al tapabarro delantero izquierdo del pequeño automóvil...
  • (Por fortuna usó el revólver y no la otra arma que llevaba consigo: una subametralladora Thompson).
  • Frenan los dos vehículos, descienden sus ocupantes... y sólo entonces advierte Prats, espantado, que el “conductor” es “conductora”, una señora aristocrática de mediana edad, Alejandrina Cox. Su peinado, estilo masculino, explica el error del comandante en Jefe.
  • Otros vehículos se detienen, bajan numerosas personas, rodean a Prats, lo insultan. Tumulto en medio de la Costanera. El Ford oficial queda entrampado. Un taxista salva la situación, llevándose de allí al comandante en Jefe.
  • Prats y la señora Cox se darán luego mutuas excusas, pero el incidente salta de inmediato a las radios y la prensa. Es el escándalo del día. Los medios opositores hablarán del comandante en Jefe haciendo fuego contra una señora en plena calle; los gobiernistas, de siniestra provocación y fallido atentado...
  • El militar se dirige inmediatamente a La Moneda y renuncia. Allende rechaza la dimisión. Los generales de Ejército solidarizan con su jefe máximo. Pero sotto voce se preguntan por la aptitud síquica de Prats para seguir al mando de la rama...
  • B) El “tanquetazo” y sus secuelas. Cuarenta y ocho horas después, sin embargo, el incidente de la Costanera es eclipsado por el “tanquetazo”, la breve rebelión —anunciada ya días antes, como veíamos— del Blindado No 2 y su jefe, coronel Souper.
  • Era un acto insensato. Pero los tanques del No 2, saliendo a la calle, aislaron el palacio presidencial. Francotiradores unipopulares empezaron a dispararles desde diversos puntos de altura. Ellos respondieron, hubo más de veinte muertos, la mayor parte civiles.
  • Prats se reivindicaría del fiasco de la señora Cox. Organizó rápidamente la convergencia de las tropas “leales”. Las situó alrededor de los carros rebeldes, que a su vez circundaban La Moneda. De modo simultáneo, cercaría el regimiento sublevado. Luego fue encarando, personalmente —y con riesgo de vida—, a los jefes medios y conductores de los tanques, obteniendo su rendición. Souper quedó solo, con un pequeño grupo de blindados. Volvieron al regimiento. Prats vio pasar este patético cortejo —el coronel con “el rostro desencajado y la mirada perdida”—: rato después se entregaba.
  • El tanquetazo había concluido sin daño para la institucionalidad, y realzando la figura del comandante en Jefe.
  • El tono general del libro demuestra la simpatía de la esta hacia el experimento del "gobierno progresista" de Allende, probablemente enraizada en su rechazo al pronunciamiento militar y a los atropellos a los derechos humanos. Esa simpatía le hace incurrir en afirmaciones históricamente aún no comprobadas, como por ejemplo, "que la oposición ayudó a crear los desabastecimientos y luego hábilmente manipuló la difícil situación en su provecho" (pág. 188). Asimismo, Margaret Power reconoce con franqueza su dificultad en dar fe a su entrevistada, Alejandrina Cox, que su "sacada de lengua" al General Prats fue espontánea, y que ella no favorecía un golpe militar. Estas predisposiciones mantienen a la autora en un nivel de análisis que no incluye una visión más profunda de las ideas políticas chilenas, de la relación entre elite y democracia, y de las fisuras que ocasionaron la ideologización de la política, lo cual, aunque no fundamental, habría sido un gran complemento.
  • Allende, luego de intentar escudarse en las FF.AA., al mismo tiempo que neutralizarlas, se vio obligado a aceptar la renuncia del Comandante en Jefe del Ejército, el general Carlos Prats. Éste se encontraba destruido y al borde del colapso al constatar el ambiente existente en el Ejército, la desesperación de la ciudadanía y las reacciones de valientes mujeres, como Alejandrina Cox, quien lo encaró en la Costanera y a quien Prats disparó.
  • En la avenida Costanera, se produce un incidente entre el general Carlos Prats y la señora Alejandrina Cox. Cuando Prats viajaba en su auto, se le acerca una “renoleta” cuyo conductor le saca la lengua y le hace gestos groseros con las manos. Tras un par de semáforos en que la persona insistía con sus gestos, Prats le dispara con su revólver a la rueda del vehículo. Sólo al detenerse ambos autos, el General se da cuenta de que el conductor del vehículo es una mujer. El lugar se repleta de personas que insultan al general Prats, le rayan el auto y le desinflan los neumáticos, por lo que el general debe abandonar el lugar en un taxi. (Fuente: Revista Qué Pasa. 5 de julio 1973, n°115, Santiago, pp. 6 y 7. Revista Ercilla. 18 al 24 de julio de 1973, Santiago, N°1983, pp. 16 a 18.)
  • Prats no gozó de la estima del país. El 27 de junio de 1973 su automóvil Ford se colocó al lado de una Renoleta que conducía Alejandrina Cox Valdivieso, quien, mirándolo, le mostró la lengua de modo burlón. Prats ordenó a su conductor seguir el auto de la mujer y, alcanzándola, disparó contra el neumático anterior izquierdo; luego apuntó la pistola a la cabeza de la mujer, gritándole: “¡Pide perdón, mierda, o te mato!”. Una multitud hostil rodeó inmediatamente al general y así el episodio pudo ser explotado por el Gobierno, que, afirmando que Alejandrina Cox Valdivieso era una militante de derecha, acusó a la oposición conservadora de... ¡intento de linchamiento del general! Prats admitió haber perdido el control de sus nervios, envió sus excusas a la mujer y ofreció su propia renuncia. Sin embargo, al día siguiente, 28 de junio, Allende invitó a Prats a un almuerzo y obtuvo el retiro de la renuncia. Cfr Robert Moss, Chile's Marxist Experiment (Ed. David & Charles, Newton­Abbott, 1975), pp. 191­192.
  • En el mes de junio de 1973, la organización fascista Patria y Libertad, impresionados sus dirigentes por la efectividad de su trabajo terrorista, por la enorme penetración que habían logrado entre los organizaciones latifundistas del sur del país, y por la amplia protección que recibían de Carabineros y de las Fuerzas Armadas, decidieron montar una aventura por su cuenta. El jefe de los conjurados, Pablo Rodríguez Grez, decidió montar una insurrección militar en Santiago, que, esperaba, sería como encender un barril de pólvora en todo el país y provocaría la rápida caída de Allende, su reemplazo por una junta cívico-militar compuesta por los presidentes del Senado (Eduardo Frei), del Poder Judicial (Enrique Urrutia Manzano) y los comandantes en jefe de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.
  • Rodríguez consultó can el general en retiro Roberto Viaux Marambio, preso en la Penitenciaría de Santiago desde noviembre de 1970 par el «caso Schneider», y le mostró las hechas. Por ejemplo., que las atentadas terroristas marcaban un récord impresionante: durante el año 1973, cinco atentadas dinamiteros, a balazos, a golpes y asaltas contra personas o lugares de la Universidad Popular en enero.; 29 en febrero.; 28 en marzo.; 57 en abril y 105 en maya... (de esas atentadas, sólo cien habían sido investigadas habiendo caído presas 83 hechores... ¡Y todos habían sido dejadas libres par las tribunales de justicia!); que la Corte Suprema, de Justicia, a petición expresa del director del departamento de personal del Ejército, general Oscar Bonilla («hombre de Frei», dijo Rodríguez Grez, repitiendo la definición que le daban Juan de Dios Carmona y Juan Hamilton en cualquier reunión social en Santiago.), el 26 de mayo había enviado un oficio público al presidente Allende, sumamente insolente, en que le representaba «par enésima vez la actitud ilegal de la autoridad administrativa en la ilícita intromisión en asuntos judiciales» y le advertía «no ya una crisis del estado de derecho, sino una perentoria o inminente quiebra de la juricidad del país»; que el prestigio interno del comandante en jefe del Ejército., Carlos Prats, estaba par las suelas; que no sólo conspiraban algunas altas mandos militares, sino también Frei, Jarpa y otros políticos de derechas; que la Agencia Central de Inteligencia de las EEUU, opinaba que las condiciones estaban maduras para provocar un golpe militar-civil; que las latifundistas chilenas, a través de Benjamín Matte, presidente de la Saciedad Nacional de Agricultura, estaban de acuerdo en que había llegado el momento de derrocar a Allende; y que, par última, la organización Patria y Libertad cantaba can <da lealtad» de par lo menas un regimiento de Santiago, el Blindadas Número 2, ya que su comandante, el teniente coronel Roberto Souper Onfray era miembro activo de la organización fascista y, además, hermano de su dirigente regional (en Concepción) del mismo grupo.
  • El general en retiro Viaux Marambio (que estaba siendo protegido abiertamente par la Corte Suprema al serie rebajada la pena de presidio de veinte años de cárcel que le correspondía par su responsabilidad intelectual en el asesinato del general René Schneider Chereau, a sólo das años) estuvo de acuerdo can Rodríguez Grez y le dio un esquema. Según contó Rodríguez Grez más tarde a Benjamín Matte, y éste, borracho, pocos días antes del intento insurreccional "del 29 de junio, en su casa, a un grupo de amigos, el esquema era así: primero, provocar de algún modo un escándalo en el que el general Carlos Prats fuera el protagonista para «suicidarlo moralmente», obligando a las Fuerzas Armadas a pensar que «ya no se puede aguantar más»; y segundo, atacar La Moneda con los tanques del Regimiento Blindados, presentando a los mandos de Santiago «el hecho consumado».
  • Como se ve, el esquema era una especie de repetición mejorada de lo que Viaux pretendió hacer en octubre de 1970. Patria y Libertad se dio a la tarea confiando mucho en el desarrollo mecánico de las cosas, y concentró sus esfuerzos solamente en preparar los dos «detonantes»: el desprestigio de Carlos Prats y el levantamiento contra el Palacio de La Moneda de las tropas de tanques d~ Santiago.
  • En la mañana del 26 de junio, martes, comenzó a funcionar la insurrección con la complicidad de un regimiento de Santiago. Se montó un <<incidente callejero» en el cual debía ser linchado, o por lo menos golpeado brutalmente por la multitud, el comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats. Se utilizó como señuelo a una mujer llamada Virginia Cox, cuya apariencia de hombre (esa mujer era conocida en la alta sociedad santiaguina por su lesbianismo casi «profesional») era el centro de toda cuestión. Se trataba de que a la hora de mayor concurrencia de automóviles desde el barrio alto de la capital hacia el centro, el automóvil de Prats debía ser molestado, interceptado y puesto en peligro de chocar varias veces, por otros dos automóviles, mientras, desde un tercero, Virginia Cox molestara al general hasta exasperarlo. Se esperaba que Prats creyera que la Cox era hombre (tal como ocurrió) y que arremetiera físicamente contra ella, lo cual provocaría un lío considerable en el lugar, con indignación manejada por dos hombres adiestrados para ello, que iban en los otros dos automóviles de la operación, y el general sería golpeado y, en el mejor de los casos, linchado. Toda la operación fue preparada por la CIA norteamericana, a través del periodista Manuel Fuentes Wedling, de Patria y Libertad. Así ocurrió cerca del mediodía del martes 26 de junio. A la salida del barrio alto de Santiago, y después de que durante veinte cuadras el automóvil del general Prats fue cruzado, tocado, y a veces empujado por otros dos, y después que Virginia Cox, desde su automóvil pequeño, le hiciera muecas groseras, gestos con las manos y le gritara «viejo maricón», el comandante en jefe del Ejército interceptó al auto de Virginia Cox, sacó su pistola de reglamento, bajó de su automóvil y encañonó en la cabeza a la mujer. Sólo en ese momento el general Prats se dio cuenta que Virginia Cox no era hombre. sino mujer. Pero ya más de un centenar de personas rodeaba la escena, y uno de los provocadores trató de iniciar el linchamiento gritando: «¡General maricón, eres como Allende, sólo te atreves con las mujeres!» Sin embargo, por una casualidad, estaba en el grupo un chófer de taxi que cogió al general Prats de un brazo y a tirones lo metió en su taxi y lo llevó al Ministerio de Defensa. Más tarde, el chófer declaró a los periodistas: «Me di cuenta de que la gente quería linchar al general. Si no lo saco, lo matan. Habían tipos que le dieron de empujones. le gritaban de todo y azuzaban a los demás para que hicieran lo mismo... Para sacar mi taxi tuve que meter el acelerador a fondo y empujar a varios que querían obstruimos el paso.»
  • Pero el automóvil del general Prats quedó en el lugar. Desinflaron las llantas y escribieron, con pintura amarilla, en el parabrisas y el techo, las palabras «generales gallinas» y «Prats maricón». En el lugar de los hechos estaban, desde el principio, periodistas de la radioemisora Minería, perteneciente a la oligarquía industrial, y de «El Mercurio». Los periódicos, radios y cadenas de televisión de la reacción informaron del suceso, desde la tarde misma del 26 en el sentido de «general Prats ataca a una mujer que le sacaba la lengua», y afirmando con sus crónicas la tesis de ser «un cobarde», una persona que «no puede ser jefe de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas». Al día siguiente, miércoles 27 de junio, en la página dos del diario «El Mercurio», apareció un larguísimo artículo firmado por Carlos Vicuña Fuentes, un anciano intelectual reaccionario, titulado Un llamado a la Gente Sensata. El artículo decía, en síntesis, que «el país ya no aguanta más la situación actual», nuestras Fuerzas Armadas son la reserva moral que debe salvar la República», es «necesario que un Gobierno militar tome las riendas de la nación» y «después de pasado un tiempo prudente, entregue el mando a un grupo selecto de personas probadamente sabias e inteligentes»
  • El mismo día, en el casino de oficiales del Regimiento Blindados Número 2, un capitán trató de convencer a sus compañeros oficiales que «debemos ir a la Comandancia en Jefe con los tanques, para pedir la salida del maricón de Prats y la renuncia de Allende». El capitán fue arrestado por los miembros del Servicio de Inteligencia de la unidad y llevado al Ministerio de Defensa. Al día siguiente, 28 de junio, el comandante (le la unidad, teniente coronel Roberto Souper Onfray, comunicó al equipo dirigente de Patria y Libertad que <da comandancia me ha relevado de mi cargo, mañana tengo que entregar el mando al coronel Ramírez, ¿qué hago?»
  • Pablo Rodríguez Grez y Benjamín Matte le dijeron que insurreccionara la unidad. El día 29 de junio, a las nueve de la mañana, después de un baleo en el interior del regimiento 'contra oficiales que se opusieron (murieron 8 militares), a bordo de seis tanques Sherman, el regimiento Blindados Número 2 rodeó La Moneda, asaltó el Ministerio de Defensa y liberó al capitán apresado el día 27. Pero, la insurrección había cometido un pequeño error: Salvador Allende NO estaba en el Palacio de Gobierno; estaba en su residencia del barrio alto, al otro extremo de la ciudad, en la calle Tomás Moro. Desde las nueve a las once de la mañana, espacio en el cual los tanques de Souper dispararon más de quinientos tiros, los conjurados de Patria y Libertad y el propio teniente coronel Souper esperaron en vano que «los detonantes» montados desde el día 26 surtieran su efecto. Ningún otro regimiento de Santiago se plegó al asedio de La Moneda. Ninguna radio fue tomada por efectivos militares. Ni Eduardo Frei, Presidente del Senado, ni Urrutia Manzano, presidente de la Corte Suprema dijeron nada. ¿Qué había pasado?
  • Había pasado que los generales y almirantes conspirados no tenían seguridades todavía de que Augusto Pinochet, segundo general del Ejército, estuviera totalmente convencido de la operación derrocamiento; aun cuando la «estrategia general del derrocamiento» estaba terminada, según estudios de los generales Sergio Arellano Stark, Herman Brady Roche, Gustavo Leigh y el vicealmirante José Toribio Merino, ocurre que no se habían iniciado conversaciones con el general César Mendoza Durán, de Carabineros (aun cuando se le eligió a él como «contacto», ya a fines de marzo, los generales postergaron las conversaciones hasta poder presentarle un cuadro militar completo, yeso en junio todavía no ocurría), y que no había sido terminado el esquema de acción en Santiago, que debía coordinarse con una intensa «campaña política a partir de julio, para desembocar en septiembre» que colocara a Allende en la «ilegalidad» a los ojos del Parlamento, el Poder Judicial y la Contraloría.
  • Entonces, cuando el general Carlos Prats, por orden de Allende, se fue a la Escuela Militar de Santiago, a las nueve y cuarto de la mañana del 29 de junio, «para sofocar el motín», se encontró con que «los generales están reunidos discutiendo la situación». Sólo una hora y quince minutos después, los generales, sin la presencia de Prats, estuvieron de acuerdo en «sofocar el motín». Carlos Prats (sin saberlo) a la cabeza de los generales conspiradores, se dirigió a los distintos regimientos de Santiago, para hacerlos salir a sofocar el levantamiento. El general Prats se dirigió a la Escuela de Suboficiales porque estaba comandada por el coronel Julio Canessa Roberts, elemento ultrafascista cuyos pasos conocimos en capítulos anteriores. El general Augusto Pinochet se puso a la cabeza del regimiento Buin, cuyo comandante era «constitucionalista». El general Oscar BonilIa fue enviado al regimiento sublevado, el Blindados Número 2, por recomendación de Orlando Urbina Herrera, Inspector General del Ejército y con grandes ambiciones de ser «líder» de un movimiento «militar reformista» que reemplazara a Allende. La recomendación se justificaba porque BonilIa, «duro» y conspirador, era una de las pocas personas capaces de convencer a los sublevados del regimiento para que depusieran las armas «esperando una ocasión propicia».
  • Más tarde, de camino a La Moneda, al general Prats se sumó el general GuilIermo Pickering, «reformista», jefe de los Institutos Militares; mientras, el jefe de la guarnición de Santiago, el general «reformista» Mario Sepúlveda Squella, ordenaba que la Escuela de Infantería (al mando de un coronel constitucionalista»), la Escuela de Telecomunicaciones (al mando de un coronel «duro») y la Escuela de Paracaidismo y Fuerzas Especiales (al mando de un teniente coronel «reformista») avanzaran desde el noroeste y el sur hacia La Moneda. El general Prats había pedido a Salvador Allende que ordenara a las Fuerzas de Carabineros retirarse del escenario de la operación de «cerco» de los amotinados. Allende accedió y limitó la acción de Carabineros a cuidar su residencia de Tomás Moro.
  • En un esfuerzo desesperado, los fascistas de Patria y Libertad dinamitaron la planta transmisora de Radio Portales, del partido socialista. Pero ya no había nada que hacer. A las once y media de la mañana, los insurrecto s se rindieron en las propias calles adyacentes a La Moneda, mientras tres tanques al mando del teniente coronel Souper escapaban hacia la sede del regimiento Blindados Número 2, para rendirse ante el general Oscar Bonilla.
  • Pablo Rodríguez Grez, Benjamín Matte. y otros dirigentes de Patria y Libertad se refugiaron en la Embajada del Ecuador. A las ocho de la noche de ese mismo viernes, frente al Palacio de La Moneda, el presidente Allende convocó al pueblo para dar «un informe sobre los hechos». Los obreros reunidos, unos veinte mil, gritaban consignas como «armas para el pueblo». «crear poder popular», «a cerrar el Congreso», «fuera de Chile los yanquis, ahora».
  • Allende hizo un discurso que finalizó con este párrafo: «Mañana, de nuevo las usinas a levantar su humo para saludar a la patria libre; de nuevo al trabajo a recuperar las horas que significó el paro del jueves; mañana cada uno a trabajar más, a producir más, a sacrificarse más por Chile y por el pueblo... Compañeros trabajadores: tenemos que organizamos. Crear y crear el Poder Popular, pero no antagónico ni independiente del Gobierno, que es la fuerza fundamental y la palanca que tienen los trabajadores para avanzar en el proceso revolucionario». Grupos de trabajadores, esa noche, se fueron caminando hacia sus casas gritando eufóricos: «¡Soldado amigo, el pueblo está contigo!»
  • Por razones de "espíritu de cuerpo", difíciles de comprender para los civiles, los militares conspiradores no participaron directamente en las "maniobras sucias" para desbancar de la comandancia en jefe del ejército al general Carlos Prats. Para ello recurrieron a Patria y Libertad y a la Estación Santiago CIA. Hemos señalado las declaraciones de Rodríguez y Thieme, jefes de Patria y Libertad, que subrayaban que ellos hicieron "el trabajo sucio". El proyecto "Operación general Prats" fue elaborado por especialistas de la CIA. En ese tiempo, los comandantes en jefe del ejército no tenían escoltas ni guardaespaldas como los tenía el almirante Merino de la armada. Este hecho conocido sirvió para la provocación en su contra llevada a cabo el 26.6.73. Una inmensa cantidad de automóviles fue rodeando y hostigando al general Prats, que viajaba completamente solo. Durante unas veinticinco cuadras lo exasperaron, cruzándose delante suyo, arrojándolo fuera de la vía, embotellándolo; hasta que en un momento determinado, desde un automóvil, un hombre de pelo corto empezó a proferir insultos en su contra, como "viejo maricón" y otras groserías. Dos automóviles le interceptaron el paso. Al detenerse, el individuo continuó injuriándolo. A esa hora y en ese lugar había gran afluencia de automovilistas y periodistas que habían sido avisados por el agente de la CIA y dirigente de P. y L., el periodista Manuel Fuentes Weding. En el atochamiento que se produjo, el general quedó frente al automóvil conducido por el individuo de pelo corto que ahora acompañaba sus insultos con morisquetas ofensivas. Bajó el general del automóvil y sacó su revólver de reglamento; en ese momento se dio cuenta de que "el hombre de pelo corto" era una extraña dama: doña Virginia Cox. Pero ya los agentes de P. y L., en número superior a cien, habían rodeado al general y le gritaban: "General maricón, tú y Allende sólo se atreven con las mujeres...". Y se aprontaron para lincharlo. Un taxista que comprendió que iban a dar muerte al general, lo tomó de un brazo, logró meterlo en su auto y, con pericia profesional, sacarlo del tumulto y llevarlo al Ministerio de Defensa. Las radios y diarios de la contrarrevolución lanzaron las noticias: "El general Prats ataca a una mujer por sacarle la lengua... Este cobarde no puede seguir siendo jefe de nuestro ejército".
  • Ese mismo día en la tarde, el Negro Rocha, un capitán del Blindado No 2, vinculado a Patria y Libertad involucrado en el putch de Souper trató de arrastrar a sus compañeros al Ministerio de Defensa para pedir la salida de Prats y la renuncia de Allende. Fue detenido y llevado a los calabozos del Ministerio. Y aquí hay un hecho que debe ser analizado: el capitán Rocha era querido por la tropa; según nuestras informaciones, las razones que dio el comandante Souper para convencer a las clases y tropas el día del "tancazo" fueron las de ir "con nuestros tanques al Ministerio de Defensa a liberar al Negro Rocha". Y esto no razones de índole política convenció a la tropa. Al llegar al Ministerio de Defensa, los soldados gritaban por los respiraderos de los subterráneos "Negro Rocha, ¿dónde estai?". Este es el primer movimiento en contra del general Prats tendiente a desmoralizarlo y desprestigiarlo.
  • El segundo movimiento de la "Operación general Prats" también fue proyectado por la CIA y llevado a la práctica por P. y L. y los oficiales jóvenes vinculados a ella. Toda la trama, en sus dos movimientos, fue montada por el técnico en guerra psicológica de la CIA Keith Wheelcock, quien, con los informes detallados de la vida y personalidad del general Carlos Prats que se le proporcionaron, elaboró un análisis o estudio de la personalidad y comportamiento del general, así como de sus reacciones frente a distintas situaciones violentas. Hemos visto la primera. En la segunda, la realización práctica fue planeada por el ingeniero brasileño, agente de la CIA, Glaycon de Paiva, especialista en "movilización del poder femenino". Y como "operadores" actuaron mujeres de la Democracia Cristiana vinculadas a mujeres de oficiales del ejército de alta graduación. Es conveniente consignar uno de los "principios" de Paiva: "Las mujeres son el medio más eficaz con que se puede contar en política: tienen tiempo y gran capacidad para expresarse y movilizarse rápidamente".
  • El 21.8.1973 un grupo de mujeres se reúnen frente a la casa del general Prats, lo injurian a gritos y lo conminan a pedir la baja. Fotógrafos del SIM retratan a las mujeres de seis generales y de otros oficiales. Y con estas fotografías, el general Bonilla cuya mujer encabezaba la manifestación lo visita en su casa donde yace enfermo y, "como amigo", le aconseja que dimita. Posteriormente, lo visita Salvador Allende. El general Prats tiene la impresión de que en el ejército hay traidores.
  • Esa misma noche, Allende, en Tomás Moro, se reúne con los "generales leales", dirigidos por Augusto Pinochet, y cambian impresiones de lo ocurrido y la inminencia de una subversión, de una asonada que llevará a la "guerra civil". Y acuerdan llamar a retiro a los generales implicados en la tentativa de golpe de estado. El general Pinochet expresa que "ha llegado el momento de poner en acción el Plan antisubversivo o Plan defensivo del gobierno", y acuerdan que Allende se reúna con la UP y la Central Única. Al amanecer del 22.8.73, éste se reunirá con el general Pinochet para ultimar los detalles del Plan defensivo. Joan Garcés, asesor político personal de Allende, declara así ante la Asamblea de las Naciones Unidas el 9.10.1973: "Cerca de las dos de la madrugada, el presidente es informado que está presente el alto oficial que tiene que ultimar con el gobierno y la Central Unica de Trabajadores el Plan de defensa anti-golpe para el día siguiente. Yo mismo vi a ese general. Se llama Augusto Pinochet".
  • El 22.8.73, Prats reúne al cuerpo de generales. Les exige que redacten una declaración de desagravio y solidaridad con su nombre y grado. De los 22 generales presentes, 18 se oponen y sólo lo apoyan Pinochet, Brady, Pickering y Sepúlveda. Prats decide renunciar: ésta es la única salida que, conforme a su personalidad y estado de ánimo, le queda como reacción, lo que había sido previsto por Wheelcock en su estudio de "análisis y comportamiento de Carlos Prats". Los cuatro generales que apoyan a Prats deciden que éste presente la renuncia a Salvador Allende, acompañado de Augusto Pinochet. Por "espíritu de cuerpo" y compañerismo 1 consideran inadmisible que se presente tan solitario y frustrado ante el presidente. Este le acepta la renuncia, lo que también le sirve para aplacar a la aviación y a la armada que están en contra de Prats. Allende, de esta manera, hace realidad la primera de las exigencias del alto mando militar sedicioso y del propio general Pinochet: separar a Prats. Ahora ya no cabe la menor duda que se viene un golpe militar. Y si alguien dudó, el general Prats, en su carta pública de renuncia ampliamente publicitada le dijo a Salvador Allende: "Renuncio porque ya no puedo detener las fuerzas golpistas". El general Pinochet es hábil y sabe que el presidente, al aceptar la renuncia de Prats, debe designar inmediatamente a su sucesor. ¿Y quién era la segunda antigüedad del ejército?.

CieloEstrellado 02:06, 28 May 2006 (UTC)Reply